Bajo: La Historia detrás del Instrumento

Historia:

Durante décadas el contrabajo fue un instrumento estrictamente de acompañamiento. No se podía siquiera imaginarlo como un instrumento solista. Las grandes orquestas tenían, por lo general, 4 contrabajistas que interpretaban el instrumento por lo común con un arco compuesto de 150 pelos de caballo. El cordaje del instrumento era duro y su sonido muy áspero y seco. Sin embargo, hubieron quienes pudieron sacarle increíbles sonidos basados en una gran técnica y una no menos importante y enorme creatividad para la interpretación e improvisación.

La gente de color de los Estados Unidos logró su independencia finalmente, pero tuvieron que recorrer un largo camino hasta llegar a ella y, mientras lo hacían, entonaban sus “espirituales”, lastimeros cánticos de alabanza y esperanza por un mundo igualitario; así, surgió el “blues”. Luego, el piano y el contrabajo decidieron hacer una sociedad. El primero dijo: “..bien!…yo hago la melodía y tú la armonía..”, a lo que el segundo replicó: “…está bien!…yo te sustento la melodía, pero mientras lo hago, doy una imaginaria caminata (el famoso “walking”) por las calles de la ciudad, recopilando el sentir de quienes viven en ella…”…la batería entonces dijo: “..donde caben dos, caben tres… así que yo también les acompaño”; …así surgió el “jazz”, y llegó Charles Mingus. Luego de él, el contrabajo ya no era el mismo: cobró vida y esplendor.

Alguien decidió por allí, en lugar de ponerle un micrófono de una vía por delante de la caja del contrabajo, incorporarle unos aditamentos piezo-eléctricos que permitirían captar las vibraciones de las cuerdas y amplificarlas; aunque algo rudimentariamente, surgió el contrabajo eléctrico. Años después, algunos rockeros de Connecticut decidieron compactar el contrabajo eléctrico en una guitarra eléctrica; ello permitiría facilidad de manejo del instrumento en el escenario: así nació el bajo eléctrico de 4 cuerdas, todas ellas de aleación metálica para mayor resistencia y amplificadas por dos pastilla abiertas.

Tiempo después, aparecieron The Beattles y, con ellos, Paul Mc. Cartney. Él fue el pionero dentro del rock en cuanto a dejar un poco de lado la armonía del bajo e introducirse en la melodía: el bajo eléctrico ya podía dejar en algunos momentos aquél oscuro sitio casi por detrás de la batería, por supuesto, no menos importante, pero el instrumento más alejado de la primera fila de público.

Lo que nadie pensaba era que un joven hijo de inmigrantes griegos en Philadelphia iba a revolucionar la interpretación de este “agrio instrumento” como fue por algunos calificado: Yaco Pastorius, leyenda del bajo jazzero; su técnica incomparable y su forma de introducirse en el espíritu mismo de las piezas musicales le merecieron el calificativo del “mejor bajista que ha existido”. Sus estándards eran impecables, sus creaciones, magistrales y qué decir de sus “soloing”, solos de bajo acrobáticos, llenos de creatividad e ingenio inagotables. Hasta el presente, hay quienes dicen que un bajista así no se volverá a repetir en la historia de la música. Escuche un demo de Weather Report (el grupo con el cual logró sus mayores éxitos) y lo comprobará. Otro estilo que también hizo época también fue el de Marcus Miller, quien acompañaba al no menos memorable trompetista de jazz Miles Davis.
Una buena parte de los bajistas de los años 70 y 80 se vieron notablemente influenciados por Pastorius; en ese selecto grupo encontramos, por ejemplo, en Argentina, a Pedro Aznar y Javier Malossetti, entre otros, quienes, pese a la notable influencia, también aportaron con elementos propios: acordes simples y compuestos, armónicos naturales y artificiales, sucesiones de armónicos, etc. Así mismo, empezó a surgir la necesidad de incorporar la quinta cuerda al bajo eléctrico para darle un registro más grave aún, dando origen así al bajo eléctrico de 5 cuerdas, de la mano de verdaderos íconos en su instrumentación: Oscar Stagnaro en Estados Unidos, Christian Grunner en Chile, el mismo Javier Malossetti en Argentina, entre otros no menos importantes.

Por último, un joven hijo de inmigrantes italianos residentes en New York, quien ya venía haciendo notables trabajos realmente impecables acompañando al gran pianista brasilero-norteamericano Chick Korea, sobre todo en el contrabajo acústico aplicado al jazz, vio la necesidad de incorporar al bajo eléctrico, a parte del registro más grave que ya tenía con la implementación de la quinta cuerda, un registro ahora más agudo, que permita empezar a tocar en el bajo fragmentos de guitarra: surgió entonces el bajo de 6 cuerdas, junto a su mayor exponente: John Patitucci. Podemos citar a otros notables instrumentistas de este ya voluminoso bajo, entre otros no menos importantes: Abraham Laboriel en Costa Rica, renombrado por su dominio y técnica avanzada; John Myung, bajista acrobático del grupo de rock progresivo Dream Theatre y, ya en Sudamérica, por ejemplo, Willy González en Argentina, famoso por su innovadora propuesta de jazz folklórico, y cómo no mencionarlo, Igor Saavedra, bajista chileno, quien tiene grabaciones realizadas inclusive con su bajo eléctrico de 8 cuerdas.

Todo este breve recuento de la historia del bajo eléctrico ha sido hecho con el propósito tanto de incentivar al estudiante o al instrumentista, cuanto de hacer patente la “responsabilidad musical” por así decirlo, que implica el ser ejecutante de este noble instrumento. El bajo es la base de la integralidad de un grupo, conjunto, banda u orquesta; es el que reúne en sí todos los otros instrumentos porque justamente es el que les otorga armonía y ritmo (en conjunto con la percusión), es uno de los más fáciles de aprender, según ciertos criterios, pero más difíciles de perfeccionar porque requiere investigar constante y gradualmente la teoría musical general aplicada a todos los instrumentos y también la teoría y técnica musical específicas para otros instrumentos (guitarra, piano, batería) con el propósito de enriquecer su ejecución.

El bajista, al igual que los demás integrantes de un grupo, debe aprender sobre todo a escuchar cómo suena el grupo en conjunto, lo cual redundará en un mayor grado de acoplamiento del mismo, se requerirán cada vez menos repasos y sus miembros tendrán mayor satisfacción cuando interpreten sus respectivos instrumentos.

Para resumir, citaremos lo que dijo Stravinsky, el gran maestro de la música clásica, hace ya muchos años: “el bajo es a la música como los cimientos son a la construcción”. Ahora sí, con mucho ímpetu y concentración, manos a la obra, a tocar bajo se ha dicho.

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